Son cultivos pertenecientes a la familia Poaceae o Gramíneas que normalmente se explotan en grandes extensiones y cuyos granos se caracterizan por su alto contenido en carbohidratos. Generalmente ese tipo de cultivo tiene un uso agroindustrial. El trigo, la cebada o el maíz, son un ejemplo.
Su adaptabilidad a diferentes suelos y condiciones climáticas ha propiciado su uso extendido en países en desarrollo y desarrollados, desempeñando un importante papel en la vida rural.
Para que la producción sea la esperada, es necesario conocer muy bien las necesidades de cada tipo de cereal, así como la forma y fecha más adecuada para sembrarlos. Son de ciclo vegetativo anual, por lo que se dividen en cereales de invierno y cereales de verano.
El terreno: debe estar en óptimas condiciones físicas y químicas además de cumplir con ciertas especificaciones para obtener buenos resultados.
La profundidad a la que se sembrará dependerá del tamaño de la semilla, de la humedad del suelo o de las condiciones climáticas
La distancia entre las semillas de ésta dependerá la sana competencia entre las raíces del cultivo o la penetración de la luz. Cuando se utiliza una sembradora se suele variar entre los 10 y los 30 centímetros de distancia.
Los cereales, al igual que los demás cultivos, necesitan un terreno que les aporte los principales macronutrientes (nitrógeno, fósforo y potasio). La cantidad de abono adecuada dependerá de las condiciones en las que se encuentre el suelo.
Aspectos a tener en cuenta a la hora de elegir un fertilizante:
Es necesario escoger un producto que incluya nítrico, es decir, evitar productos ureico-amoniacales o exclusivamente ureicos, que requieren la transformación en el suelo para que sean disponibles para la planta.